L o que pretendía escribir en esta oportunidad iba a tratarse sobre el poder de la invención del hombre en materia de aviación. No obstante, debido a mi poco conocimiento sobre las fuerzas que impulsan que un medio de transporte metálico se eleve, voy a escribir lo que sí conozco y que aprendí en mi primera experiencia de vuelo. El mundo debería llenarse de gente que ansié volar; que quiera volar; que aspire a llegar alto; que no mezquine sus horizontes; que los imagine cada vez más elevados, asumiendo así que esto conlleva dificultad y por ende mayor esfuerzo, pero por sobre todo perseverancia. Es muy fácil vivir con los pies sobre la tierra. Ahora, es muy difícil encontrar un equilibrio entre el poder volar, vivir en las nubes y ser completamente realista, tener como quien dice un cable a tierra. Voy a ser muy general: desde aquella tarde de mayo del 2011 que me subí a tan hermoso "Pájaro de Acero" podría decir que me cambió un poco la vida y la percepción que tenía de las...
Salió el sol y era una hermosa mañana de julio al final de la canícula que, con su veranillo, llena de alegría los campos de la llanura donde corre una suave brisa alimentada por el pequeño bochorno mañanero que hace elevar la niebla de media altura hacia las nubes y luego desaparece como la espuma. Son exactamente las cinco de la mañana cuando Filiberto se levanta sin que lo despierte el canto de los gallos, pues su mente está acostumbrada y hace lo que siempre hace primero en las mañanas de ir al baño y acto seguido de lavarse las manos. Luego, prepara afanosamente su café chorreado y se hace acompañar de un buen pedazo de pan casero al que le agrega un jugoso trozo de queso saladino del mismo que se hace en la finca y, que con mucho cariño su amada esposa, le dejó guardado antes de su partida hace más de una semana para visitar a unos familiares lejanos allá por el lado de Guápiles. El humeante olor del café inunda por completo la casa. Filiberto, fiel a su estilo, puntual y meditab...