Lo que pretendía escribir en esta oportunidad iba a tratarse sobre el poder de la invención del hombre en materia de aviación. No obstante, debido a mi poco conocimiento sobre las fuerzas que impulsan que un medio de transporte metálico se eleve, voy a escribir lo que sí conozco y que aprendí en mi primera experiencia de vuelo.
El mundo debería llenarse de gente que ansié volar; que quiera volar; que aspire a llegar alto; que no mezquine sus horizontes; que los imagine cada vez más elevados, asumiendo así que esto conlleva dificultad y por ende mayor esfuerzo, pero por sobre todo perseverancia.
Es muy fácil vivir con los pies sobre la tierra. Ahora, es muy difícil encontrar un equilibrio entre el poder volar, vivir en las nubes y ser completamente realista, tener como quien dice un cable a tierra.
Voy a ser muy general: desde aquella tarde de mayo del 2011 que me subí a tan hermoso "Pájaro de Acero" podría decir que me cambió un poco la vida y la percepción que tenía de las alturas a las cuales les tenía o aun les tengo pavor, perdí completamente el equilibrio y tuve que confiar en las manos y pies de un Piloto que llevaba la nave por los aires. Estar esa tarde en la sala de espera, precedida de una deliciosa taza de café y conforme se llegó el tiempo de identificarse, revisión nuevamente de documentos y el paseíto por el túnel para abordar la nave, es una sensación extraña. Ya en la nave, cómodamente sentado, y escuchar las charlas de seguridad y servicio por parte del staff de sobrecargo, pensé: "¿Será que nos podamos estrellar?". La nave comenzó a moverse en varias dirección a través del rodaje por la autopista y al encontrar la posición de salida empezó a correr más rápido y el sonido se elevó, luego la gran fuerza hizo que nuestro cuerpo se fuera hacia atrás y al ver por la escotilla pude observar como la nave iba elevándose abandonando por completo el contacto con la pista. Una sensación de vacío y la posición del avión y todos los que íbamos a bordo casi verticalmente por no exagerar hasta que la nave alcanzó la altura idónea y se horizontalizó lo cual me dejó mareado y tuve que recostar mi cabeza hacia atrás en el respaldar de mi asiento. Mi cuerpo temblaba y tenía mis axilas mojadas por completo, mis piernas frías y sentía mi diafragma muy pesado. No fue si no como una hora más tarde que empecé a tomarle el gusto al viaje para lo cual ya me había relajado en gran medida.
Les puedo expresar que la primer sensación al elevarse es creer que es algo mágico aunque el susto se lo bloquee, la segunda una especie de inquietud, incertidumbre, y las otras veces que viajé le tomé el mayor gusto y placer al viaje, aunque admito que siempre se siente el vacío, pero una vez superado el miedo, solo se puede sentir paz y relajación, en fin... te dejas llevar.
Nunca estuve tan cerca del cielo como en ese momento, por la ventanita observé aves que volaban a mi alrededor cerca de la nave, fui uno más. Por un largo rato perdí la noción del tiempo, del espacio, solo sé que me encontré en un lugar que quería estar y no quería irme nunca jamás, tocar el cielo casi con mis dedos al ver las nubes pasar a mi alrededor, lo había soñado, lo había deseado, lo había alcanzado.
Justo durante esos momentos, recosté nuevamente mi cabeza en el asiento y pensé en un libro que había leído acerca de una gaviota que no era como las demás, era especial, no volaba siguiendo las reglas básicas para conseguir comida, volaba por placer, deseaba ser distinta. Descubrió que tenía la habilidad de volar tan alto podía y que era mucho más divertido que solo planear alrededor de barcos pesqueros. Se animó a aprender a volar. Pensó que no podía ser más que una gaviota, que no tenía límites, que no era su destino la velocidad, ni la altura, de si era de día o de noche, su mayor placer era volar.
Sin intentos no hay aciertos, y un día esa gaviota voló rápido, alto, como ninguna jamás se lo hubiera imaginado, pero las gaviotas comunes no se imaginan volar, lo dan por hecho; por naturaleza.
"Para volar tan rápido como el pensamiento a donde quiera que sea, dijo, debes empezar por saber que ya has llegado".
Fue precisamente cuando desperté, me había quedado dormido largo rato y escuché el aviso del Capitán a toda la tripulación que nos abrocháramos los cinturones ya que en unos veinticinco minutos íbamos a realizar el aterrizaje como llegada a nuestro destino.
NO ME QUEJO A PESAR DEL TEMOR INICiAL, CON EL VUELO DE ESA PRIMERA VEZ PERDÍ EN GRAN MEDIDA EL TEMOR A LAs ALTURAs, SIENDO QUE DURANTE AÑOS posteriores PUDE VOLAR NUEVAMENTE A OTROS DESTINOS. HOY QUISIERA NUEVAMENTE HACERLO Y SE QUE PRONTO será realidad un nuevo vuelo más, TAN ALTO, TAN RÁPIDO Y tan lejos. CON MIS ALAS EXTENDIDAS como gaviota que lo hace por el solo hecho de valorar y aprender el milagro del vuelo.
"NUNCA LE TENGA MIEDO A LOS DESAFÍOS, EXTIENDA TUS ALAS FUERTEMENTE Y VUELA TAN ALTO COMO PUEDAS".
[Remembranza de mi primer viaje en avión. Desde Costa Rica a México].
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